"JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD - MADRID 2011"

EN ESTE BLOG, PRETENDO RECOGER DESDE EL PRÓXIMO DÍA 1 DE FEBRERO, VISPERA DE LA FESTIVIDAD DE NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA, TODOS LOS ACONTECIMIENTOS Y ACTOS QUE SE VAYAN SUCEDIENDO EN LA ORGANIZACIÓN DEL ENCUENTRO MUNDIAL DE LA JUVENTUD, QUE PRESIDIDO POR SU SANTIDAD BENEDICTO XVI, SE CELEBRARÁ EN MADRID EL MES DE AGOSTO DEL PRÓXIMO AÑO 2011.







sábado, 20 de agosto de 2011

VIII ESTACIÓN "LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS"




































EL HERMANO MAYOR DE LA HERMANDAD JUNTO A LA ALCALDESA DE JEREZ, Y MIEMBROS DE LA JUNTA DE GOBIERNO, DE LA UNIÓN DE HERMANDADES Y DEL GOBIERNO MUNICIPAL

ACTUAL MISTERIO DE NUESTRO PADRE JESÚS DE LAS MISERICORDIAS QUE HA REPRESENTADO LA VIII ESTACIÓN "LA VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESÚS". LA ESTAMPA PASIONAL QUE HA ESTADO REFLEJADA EN EL VIA CRUCIS HA SIDO LA QUE PROCESIONABA HASTA DOS MIL SEIS.


SAETA:
Miradlo todos los pueblos,
que por amor se entrega,
bajo el peso del madero,
y en un paño nos deja,
su Rostro de Dios bueno.

DISCURSO FINAL DEL VIA CRUCIS, PRONUNCIADO SU SANTIDAD.
Queridos jóvenes:
Con piedad y fervor hemos celebrado este Via Crucis, acompañando a Cristo en su Pasión y Muerte. Los comentarios de las Hermanitas de la Cruz, que sirven a los más pobres y menestorosos, nos han facilitado adentrarnos en el misterio de la Cruz gloriosa de Cristo, que contiene la verdadera sabiduría de Dios, la que juzga al mundo y a los que se creen sabios (ef. 1 Co 1,17-19). También nos ha ayudado en este itinerario hacia el Calvario la contemplación de estas extraordinarias imágenes del patrimonio religioso de las diócesis españolas. Son imágenes donde la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión. Cuando la mirada de la fe es limpia y auténtica, la belleza se pone a su servicio y es capaz de representar los misterios de nuestra salvación hasta conmovernos profundamente y transformar nuestro corazón, como sucedió a Santa Teresa de Jesús al contemplar una imagen de Cristo muy llagado (cf.Libro de la vida, 9,1).
Mientras avanzabamos con Jesús, hasta llegar a la cima de su entrega en el Calvario, nos venían a la mente las palabras de San Pablo: "Cristo me amó y se entregó por mi" (Gál 2,20). Ante un amor tan desinteresado, llenos de estupor y gratitud nos preguntamos ahora: ¿Qué haremos nosotros por él? ¿Qué respuesta le daremos? San Juan lo dice claramente: "En esto hemos conocido el amor: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos" (1 Jn 3,16). La pasión de Cristo nos impulsa a cargar sobre nuestros hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. Al contrario, se hizo uno de nosotros "para poder compadecer Él mismo con el hombre de modo muy real, en carne y sangre...Por eso, en cada pena hermana ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza" (Spe salvi, 39).
Queridos jóvenes, que el amor de Cristo para nosotros aumente vuestra alegría y os aliente a estar cerca de los menos favorecidos. Vosotros, que sois muy sensibles a la idea de compartir la vida con los demás, no paséis de largo ante el sufrimiento humano, donde Dios os espera para que entreguéis lo mejor de vosotros mismos: vuestra capacidad de amar y de compadecer. Las diversas formas de sufrimiento que, a lo largo del Via Crucis, han desfilado ante nuestros ojos son llamadas del Señor para edificar nuestras vidas siguiendo sus huellas y hacer de nosotros signos de su consuelo y salvación. "Sufrir con el otro, por los otros, sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo" (ibid).
Que sepamos acoger estas lecciones y llevarlas a la práctica. Miremos para ello a Cristo, colgado en el áspero madero, y pidámosle que nos enseñe esta sabiduría misteriosa de la Cruz, gracias a la cual el hombre vive. La Cruz no fue el desenlace de un fracaso, sino el modo de expresar la entrega amorosa que llega hasta la donación más inmensa de la propia vida. El Padre quiso amar a los hombres en el abrazo de su Hijo crucificado por amor. La Cruz en su forma y significado representa ese amor del Padre y de Cristo a los hombres. En ella reconocemos el icono del amor supremo, en donde aprendemos a amar lo que Dios ama y como él lo hace: esta es la Buena Noticia que devuelve la esperanza al mundo.
Volvamos ahora nuestros ojos a la Virgen María, que en el Calvario nos fue entregada como Madre, y supliquémosle que nos sostenga con su amorosa protección en el camino de la vida, en particular cuando pasemos por la noche del dolor, para que alcancemos a mantenernos como Ella firmes al pie de la Cruz.

Fotografías de Diario de Jerez, Gonzalo Fernández y Reuters. Video de TV2

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